Biografía II: Fin de la Pendejería

Too le billete que ganaba mi awelo lo guardaba en una caja fuerte que tenía en su escritorio, detrás de un cuadro de unos barcos y weás. Pá guardar la plata sacaba el cuadro y abría la caja fuerte. Como que se sentía seguro con su weá porque era más desconfiado que la chucha. Yo ya le había cachao el mote y le sabía la combinación a su caja juerte. Poco después de navidad, cuando tenía como doce años, abrí la caja fuerte y le saqué como quinientas lucas al viejo culiao. Antes había estao haciendo conducta llevándole weás y haciéndole la pata, porque quería una bicicleta y el viejo me había prometío que me iba a comprar una si me portaba bien. Y cuando deperté el veinticinco había un paquete con un trompo en mi cama. Un trompo conchaetumare!! Lo hubiera querido matar al viejo cagao. Ese mismo día apreté cuea de Illapel y no volví sino que hasta 6 años después.

Pa ese entonces mi hermana, la Katty, estaba viviendo con mi abuelo , yo me regresé a Ilapel, pa verla, a mi awela, los hermanoh, que sé yo; el viejo qliao todavía me tenía algo de confianza y yo andaba con toda la voluntad de hacerme su pata, pero un plano más maduro, de hombre a hombre. Como yo siempre había tenido facilidad pal corte, y se me ocurrían ideas wenas, le pedí que me regalara un pedazo de tela para hacerme un conjunto, yo nunca le había pedido ná al viejo, pero esa vez quería mostrarle lo que yo era capaz de hacer. El viejo me dió la tela, pero como quien la tira a la basura, dándola por perdía la weá; cuando terminé el viejo quedó bien prendío, porque de verdad que me quedó pulento, bacán kedó el conjunto de mezclilla como se usaban en ese tiempo y el viejo me pidió el molde con el que lo había hecho. Por ese entonces nos empezamos a llevar un poco mejor, yo trabajaba en la confección y el viejo vendiendo las telas y los conjuntos, pero con el tiempo me comencé a chatear con la weá, porque él wn nunca me tomaba confianza y siempre me estaba mirando las weás que hacía, a veces después de que yo terminaba él wn iba y revisaba todo de nuevo, la verdad es que me tenía paqueao el qliao.

Pasaron como dos meses y el viejo seguía chupando como nunca y así de repente me pareció que los seis años que había estao juera valían callampa, casi como que yo no me hubiera ido nunca; el viejo estaba igual con la awela y yo veía que a la Katty la estaban haciendo pasar las mismas weás ke había pasado yo. La Katty era un año mayor que yo, y desde ke había welto siempre me preguntaba por donde había estado todo ese tiempo y le gustaba que le contara de Santiago.

No sé si me entiendan, uno se siente con una especie de responsabilidad por todo lo que está haciendo, porque yo era el ke le daba el ejemplo, sea bacán o como el pico, los hermanos siempre te están observando y a veces te quieren imitar, aunque a uno no le guste la weá. Por eso a veces cuando te mandai una cagá sientes que les hay fallao, que a lo mejor dejaste de ser su ídolo. Cada día se me hacía más difícil quedarme en Illapel, hasta que decidí que tenía que irme, ahora sí por mucho tiempo. La Katty me pidió que por favor la llevara conmigo; yo no quería, hermanoh, pero me empezó a decir que ella ya estaba hasta el pico de la casa y de las cosas del viejo, que quería ir a conocer gente distinta conmigo. Esa noche partimos los dos solos, y nos fuimos sin decirle ni una weá a naiden.

El problema fue que ya llegando a La Legua nos paró la yuta. Y yo ya había tenido mis rollos con los tombos así que apreté cuea en el auto. Se armó la media persecución, pero igual safamos de los pacos. El tema es ke como iba nervioso mirando pa toos lados, choqué con un poste. Quedó la media zorra. A mi no me pasó ná, pero la Katty…ella se murió en mis brazos. La weá todavía no me la perdono. Buta ke fueron duros esos años después ke la maté. . En cada esquina veía al pata é cabra ke venía a buscarme. No dormía. No kería salir de mi casa. Buta mi familia nunca más me lo perdonó, esa wá era jebi, pero no era na al lao de las pesadillas con Don Sata.Ahí jue cuando caí en la pasta, era la única weá ke me animaba y ke hacía parar los sueños. Buta finalmente me juí al loquero pq estaba pal gato. Según el wn tenía una depresión yegua y narco dependencia. Ahí me dieron unos anti depresivos jebis. Ni la diuca se me paraba con las weás, pero a esa altura estaba chopico por lo ke las minas no me pescaban ni en bajá. Ahí jui saliendo de a poco del consumo de droga, dejar de mover las falopas me costó más eso sí. Eran mi único sustento , si no es por el Carlitos Vega, el loquero, de ahí no salgo. Buta eternamente agradecío al qliao. me apañó jebi. A Illapel nunca más he volvío eso sí.

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